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Reflexión del evangelio del XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Lucas 18:9-14 - La parábola del farise

psanjuanmvianney

Podemos decir que nos encontramos con una secuencia muy especial en los evangelios que nos ha propuesto la Liturgia en estos últimos domingos del año litúrgico.

Por ejemplo el domingo XXIX, nos hablaba de la fe que nos lleva al encuentro con Dios través de la oración. Es una actitud justa delante del Padre en la que todos estamos llamados a practicar.

Hoy nos encontramos frente a un gran mensaje, la actitud humilde que debemos tener frente al Padre. Encontramos algunas condiciones interiores necesarias de la oración personal.

Un fariseo era aquel que tenía la observancia estricta de los mandamientos y la multiplicación de las obras. Sin embargo esa actitud que toma en la oración es lo que le hace impuro ante los ojos de Dios, se consideraba autorizado para señalar a los demás y aun peor creer estar por encima de los demás.

En cambio el publicano por ser un funcionario público recaudador de impuestos, quien trabajaba para el imperio romano, se encontraba en una situación de imperfección a los ojos de los judíos. Su actitud de pecador es palpable, pues como vemos en el Evangelio no se atreve a acercarse al templo y se mantiene a distancia, ni siquiera se anima a levantar los ojos al cielo.

La finalidad de esta enseñanza, es el valor de la oración, con esa condición especial que es la humildad. Es una condición esencial en la cual Dios acepta nuestra oración humilde. Lo contrario a ello es la oración llena de soberbia, en la que muchas veces nosotros como cristianos caemos. Es aquella en la que nuestra conciencia y juicio va en contra de los demás.

Pidamos a la Madre de la Misericordia que nos enseñe esa actitud humilde en el actuar y en orar.


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