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Delegados de la Palabra

 

Delegado animador de la Comunidad

 

    "Se fomenten las celebraciones de la Palabra de Dios. Los Domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdote en cuyo caso debe dirigir la celebración un Diácono u otro Delegado por el Obispo". (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Liturgia No. 35,4.)

    El trabajo del Delegado de la Palabra ha evolucionado en nuestros tiempos hacia una animación cristiana y desarro­llo comunitario inspirado en la palabra de Dios. No es pues un solo celebrar la Palabra sino que ella inspire la vida de la comunidad en sus situaciones concretas.

El trabajo de los Delegados gira en torno a la Palabra de Dios que convoca, reúne-forma comunidad-forma pueblo. Nosotros vemos que las comunidades se reúnen en torno a:

 

   La educación = Problemas Escolares

   El Deporte = Lo referente al Deporte

   Salud = Comité de Salud

   Social = IDAAN, MOP, A/A, Junta Comunal, Trasporte, Seguridad, etc.

 

     El Delegado preside la reunión en torno a la Palabra de Dios, es esta Palabra de Dios la que les reúne como pueblo de Dios y les hace sentir Iglesia.  Desde que Dios habló por primera vez a Abraham, nuestro Padre en la fe, su Palabra tiende irresistiblemente a congre­gar gente, a crear comunidad, a formar pueblo. La Iglesia, el pueblo de Dios, nace en torno a la Palabra de Dios, es ella la que inspira la creación del Pueblo escogido-Sacerdotal -Santo. Por eso la Iglesia no nace del pueblo sino en el pueblo que acoge la Palabra de Dios e inspira su realidad.

 

    Se quiere, a la vez, que a través de la celebración de la palabra se despierten a la luz de la fe. Se adquiera una fe centrada en Cristo. Más viva y operante. Que se deje a un lado una fe inconsciente - hereditaria, que no lleva a ningún compromiso en la vida. Con una fe así se quiere el nacimiento de comunidades rurales cristianas más responsables, que con un equipo de Delegados estén al servicio de Dios y de los hombres sus hermanos. El Delegado pues debe mirar en primer lugar a formar una comunidad de fe, en la solidaridad con los problemas humanos.

 

 

El Delegado es un Servidor de la Palabra de Dios

 

    Hay que tener esto muy claro. Lo que caracteriza y justifica el papel, la figura del Delegado de la Palabra en la comunidad es la Sagrada Escritura. Ella es la que debe inspirarle en cada momento. Debe tener la convicción de ser él, no el dueño de la Palabra que anuncia, sino su humilde servidor.

La Palabra que anuncia no le pertenece, no es suya, no tiene derecho a cambiarla, manipularla. Su deber es proclamarla con valentía, con amor. Por eso cuando la comunidad se reúne el Domingo no es para defenderse él ante cualquiera crítica, no es para insultar, para ofender, mandar al infierno; es para animar, orientar, consolar, estimular a ser mejores.   Quien regaña demuestra que no se prepara y lo más fácil es ofender, regañar.

 

    Ciertamente los Delegados de la Palabra son hombres y mujeres de gran fe que celebran el culto, convocan a una comunidad en Cristo Resucitado. Pero esa palabra no sólo se queda en la simple celebración o admiración sino que al ilumi­narse una realidad e impulsarle a una superación despojándose de todo lo que oprime al hombre, se convierte también en una celebración de la vida a la luz de Cristo presente. Se trata de hacer ver que la Palabra de Dios significa salvación y que debe ser encarnada en cada momento del proceso situacional histórico, o en otras palabras: cuando vemos que la realidad está en contradic­ción con el evangelio nace el compromiso de cambio. La Palabra de Dios nos ayuda a descubrir todo lo que oprime al hombre, le esclaviza.

 

¿Sólo rezar? No

 

    Ciertamente al estado de abandono y marginación en que vive todavía una gran mayoría de nuestro pueblo, constituye una situación de injusticia que clama al cielo y burla al Plan de Dios. Entonces es deber de todos luchar por una auténtica liberación en su triple dimensión: Material Humana Espiritual

 

    En este empeño común le toca al Delegado un papel vital de animación y guía; posee a este fin un instrumento de ex­traordinario valor, como es la PALABRA DE DIOS, mensaje liberador que puede colmar mejor que cualquier ideología los anhelos profundos del hombre moderno. Esta Palabra de Liberación se encarna en la persona de Cristo Salvador. Jesús redime al hombre de todo lo que le oprime y escla­viza, empezando por el pecado que es la raíz de todos los males. El Señor al salvar al hombre del Pecado, prepara y posibilita todas las liberaciones humanas necesarias.

 

 

¿Qué es un Delegado?

 

   Como vemos es difícil dar una definición correcta. No abarca sólo el aspecto litúrgico. Sino el aspecto de con­cientizar, hacer caer en la cuenta de lo que oprime al hombre y la mujer en lo material, humano y espiritual. Debe crear comunidad y deseos de superación en la comunidad y a la vez sensibilizar ante las injusticias, abusos. Buscar el crecimiento de la comunidad en lo que llamamos inte­gralmente (aspecto humano, material y espiritual).

 

 

¿Sólo el Delegado? 

 

     El Delegado no está sólo en esta misión, ésta misión la recibe del Obispo, como nos dice el Conc. Vat. II. Po­dríamos decir que son Laicos en su mayoría campesinos y trabajadores, que reciben del Obispo la misión para formar y presidir una comunidad local. Está pues en perfecta comunión con el Obispo y los Sacerdotes de su Parroquia.

 

 

La vida y el trabajo del Delegado

 

    Como vemos, pues, la vida es la que está dando la mística de una celebración de la Palabra con una reper­cusión comunitaria que debe tener la Palabra de Dios. 

    Lo que nació como un paliativo por falta de clero, ha evo­lucionado hacia una animación cristiana y desarrollo comunitario inspirado en la Palabra de Dios. El Delegado pues debe ser un ejemplo de vida en torno a la Palabra de Dios.

    La Palabra de Dios debe ser la inspiración de nuestros hermanos del campo en su lucha histórica. La Palabra de Dios no es una Palabra adormecedora. Frente a un mundo que presume salvarse sin Dios, el Delegado aparece como el hombre de Dios y portavoz de la verdad divina.

“CON DIOS TODO - SIN DIOS NADA”.

 

 

Raíces Bíblicas de la Misión del Delegado de la Palabra

 

     El hecho de estar un hombre al frente de una comunidad de fe, sirviéndola, orientándola es un hecho que va evolu­cionado a través del tiempo, adquiriendo matices según el momento histórico.

 

Abraham: Es llamado a formar un Pueblo, una comunidad.

 

Moisés: Es llamado a liberar al pueblo de opresiones, de esclavitudes, sacarlo de las explotaciones.

 

Josué: Despierta a un pueblo, a una comunidad dormida, instalada, para que se mantenga con un           espíritu de lucha, de avance.

 

Los jueces: Miran por la pureza de la fe en Israel denuncian­do cuando el pueblo se contaminaba con     las prácticas paganas de los pueblos vecinos.

 

La Monarquía de Israel: Consiguió que todas las 12 tribus de Israel se unieran y formaran un reino         fuerte. Con Salomón se logra la cumbre de esta organi­zación.

 

Los Profetas: Son hombres y Mujeres escogidos por Dios para guiar a su pueblo, anunciarle el  mensaje de salvación. (Jeremías 1.4-10). Confrontaban el momento en que vivía el pueblo con la Alianza para construir mejor el futuro. Animaban al pueblo. Y a la vez denunciaban las injusticias  (Oseas 2-3, 616).

 

Lea Éxodo 18.14-24: Detengámonos en la siguiente expre­sión. "Busca entre todo el pueblo algunos hom­bres hábiles que respeten el nombre de Dios, sinceros, enemigos del soborno..."

Moisés no podía solo llevar todo. Es la realidad de tan­tos sacerdotes agobiados por lo extenso de su parroquia, no pueden estar al frente de todos los problemas de las comunidades que forman su Parroquia, si Jetro (suegro de Moisés) resucitara hoy, les diría lo mismo a los Sacerdotes en nuestros tiempos.

 

En el N. T.: Cristo escoge Apóstoles, discípulos, les manda o les autoriza que continúen su misión, Mt. 28,16-20; Hechos 2,1-13.

 

Los Apóstoles: Escogen colaboradores suyos porque las comunidades han crecido y no pueden atender­las. Escogen a siete hombres que te ayuden a repartir los alimentos, Hechos 6,1-6. Hoy los sacerdotes no damos abasto para llevar el ali­mento de la Palabra de Dios a toda la parroquia, en sus comunidades.

 

Envían Misioneros: Hechos 13, 1-3; 16,9-10.

 

San Pablo: Se preocupa de buscar quien le ayude en su trabajo evangelizador, (Hechos 16,1-13; Gálatas 2,1-3; Romanos 16,3-5; Colosenses 4,7-12, 1cor. 16, 15-16).

 

Un Carisma entre otros: ROM. 12,48

 

     Vemos que la Iglesia hay de todo para el bien del cuerpo místico de Cristo. Predicadores y profe­tas; los que mandan y los que se dedican a pro­blemas sociales, cooperativas, juntas comuna­les... Todo el mundo es necesario. No sólo es necesario el Delegado, también el Catequista y la madre maestra; el Equipo Timón y las diversas Pastorales,  "si todo el cuerpo fuera ojos, oídos, etc".1 cor. 12,17-21.

 

     El Espíritu Santo suscita en la Iglesia muchos carismas, orientados todos hacia el crecimiento de la misma Iglesia. 1cor. 12,411; Efesios 4,11-16.

 

     Yo necesito de los demás. Y los demás necesitan de mis servicios. El ser Delegados de la Palabra, debe ser un carisma entre otros carismas. Se pone el acento en el ministerio de la Palabra, pero con la Eucaristía al fondo, no se puede perder de vista la Eucaristía.

 

 

     Hasta el momento contamos con un Equipo de Delegados que atienden y son responsables de sus comunidades:

 

Lucha Franco Sur

Villa Cárdenas

El Peñón

Lucha Franco Norte

Patria Nueva

El Vallecito

Santa Librada Rural

San Francisco

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